lunes, 3 de septiembre de 2018

El unicornio enamorado

Había una vez un pequeño unicornio que vivía en un reino lleno de caballos. Él era el único de sus amigos que tenía un cuerno mágico, pero eso no le hacía feliz, al revés, le entristecía.
Hércules, así se llamaba el unicornio, se miraba todas las mañanas al espejo imaginándose sin su cuerno mágico, como si fuera un caballo como los demás. No entendía por qué no había más como él, así que pensaba que era un bicho raro.
Los demás le envidiaban, aunque no se lo decían. Tenía un pelo suave y blanco como las nubes, una cola larga de muchos colores que parecía el arcoíris cuando le daba el sol y pegadas a su lomo asomaban dos alas hermosas, con plumas grandes y largas que Hércules nunca mostraba porque le daba vergüenza.
En su reino todos los caballos trotaban juntos iban de excursión al río, las yeguas se posaban bajo las sombra de los árboles a hablar sobre los demás caballos.
Había una yegua blanca que se llamaba Elisa, tenía una melena brillante como la luna y estaba enamorada de Hércules. A ella no le interesaba ningún otro caballo de su manada, solía mirar al unicornio desde su ventana cada vez que salía a trotar solo.
Elisa se imaginaba con él, galopando a través de los grandes bosques del reino, protegida bajo sus enormes alas, volando sobre el cielo azul.
Su cara se iluminaba mientras lo soñaba, pero enseguida pensaba que hércules era un unicornio solitario y que nunca jamás se fijaría en una simple yegua como ella.
Cuentos Infantiles
Un día, Hércules estaba posando sobre el mullido césped al lado del río, triste pensando lo sólo que se sentía y lo diferente que era de los demás, cuando Elisa cabalgó por delante.
En cuanto Hércules vio su larga cola blanca moverse con el viento, destellando como si fueran polvos mágicos pasando delante de él, se le abrieron los ojos como platos.
Su corazón se aceleró y sintió como un flechazo encogía su estómago y miles de mariposas revoloteaban dentro de él, se estaba enamorando.
En ese instante, Elisa paró en seco y tuvo una extraña sensación, notaba la mirada de Hércules en su corazón y sentía una increíble necesidad de salir corriendo hacia él.
Le miró, hércules abrió sus alas por primera vez delante de alguien y Elisa, sin decir nada se acercó y se resguardó debajo. Hércules la abrazó y se quedaron así quietos durante horas, escuchando el agua del río correr sobre las piedras y a lo lejos la manada corretear y jugar, mientras para ellos el mundo se había paralizado.
Y así fue como el unicornio descubrió que no importa ser diferente por fuera, ya que lo que importa es lo que uno siente por dentro y él era el unicornio más feliz del mundo gracias a su amada yegua Elisa.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario